La rígida distinción dualista planteada por Descartes en el ámbito metafísico entre res cogitans (espíritu, alma, inteligencia) y res extensa (materia, cuerpo, instinto, fisiología), dos sustancias opuestas e inconmensurables, llegó a ser uno de los pilares de la filosofía moderna.
El naciente método científico se valió de la desespiritualización de la materia implícita en este dualismo para desencadenar una crítica radical a la magia (-->) basada en los principios, exactamente opuestos, del animismo (según el cual la materia posee una espiritualidad) y de la simpatía cósmica (según la que todo interactúa con todo: -->). La ciencia cartesiana, ya fuese la física, la astronomía o la química, empezó a tratar la materia como una pura extensión, una entidad privada de cualidades psíquicas, de energías inmanentes, de valores espirituales o de causas finales. Asimismo, la biología y la zoología cartesianas tendían a considerar de la misma forma los objetos de su ciencia. Una de las consecuencias más relevantes y controvertidas del dualismo fue la reducción de la vida animal a los principios del mecanicismo (-->). De hecho, ya que la res cogitans (la capacidad intelectual dotada de consciencia) se encuentra sólo en la mujer y en el hombre y no en la naturaleza, los animales deben ser considerado como autómatas mecánicos muy complejos, pero incapaces de sentimientos conscientes. El hecho de atribuirles rasgos psicológicos típicamente humanos es fruto de una forma de antropomorfismo (-->) precientífico. Un perro no es <amigo> del hombre; según la opinión de la biología cartesiana, sus comportamientos no expresan sentimientos y, cuando son golpeados, los ruidos que se oyen no son aullidos de dolor sino una consecuencia automática, involuntaria e inconsciente de esos <mecanismos hidráulicos> que componen su fisiología. El aspecto apreciable de esta discutible doctrina es que en la naturaleza, como ocurre en cualquier máquina, ninguna <pieza> es inútil: nada es despreciable y cada fenómeno tiene un valor propio y específico.
En torno al ser humano, único ser de todo lo creado en que las dos sustancias (--> Sustancias) metafísicas no sólo conviven (cada individuo es cuerpo y espíritu), sino que se comunican e interactúan, se planteó un problema aún más delicado si cabe: al deseo propiamente espiritual de levantar un brazo le corresponde una acción del cuerpo.
La solución que elaboró Descartes para dar solución a este problema (glándula pineal) dejó insatisfechos a los propios cartesianos. Sin embargo, las propuestas de estos últimos fueron incluso menos convincentes. N. Malebranche sugirió que la naturaleza espiritual y corporal de la mujer y el hombre interactúa debido a una continua intervención de Dios (ocasionalismo). Leibniz avanzó la propuesta de la armonía preestablecida, que prevé una única intervención inicial de Dios capaz de programar toda la vida de un individuo haciendo coincidir en todo momento las acciones de su cuerpo con su voluntad (de este modo, el deseo de levantar el brazo no tiene relación directa con la respectiva acción).
En torno al ser humano, único ser de todo lo creado en que las dos sustancias (--> Sustancias) metafísicas no sólo conviven (cada individuo es cuerpo y espíritu), sino que se comunican e interactúan, se planteó un problema aún más delicado si cabe: al deseo propiamente espiritual de levantar un brazo le corresponde una acción del cuerpo.
La solución que elaboró Descartes para dar solución a este problema (glándula pineal) dejó insatisfechos a los propios cartesianos. Sin embargo, las propuestas de estos últimos fueron incluso menos convincentes. N. Malebranche sugirió que la naturaleza espiritual y corporal de la mujer y el hombre interactúa debido a una continua intervención de Dios (ocasionalismo). Leibniz avanzó la propuesta de la armonía preestablecida, que prevé una única intervención inicial de Dios capaz de programar toda la vida de un individuo haciendo coincidir en todo momento las acciones de su cuerpo con su voluntad (de este modo, el deseo de levantar el brazo no tiene relación directa con la respectiva acción).