El dualismo establecido por Descartes entre res cogitans y res extensa planteó una serie de dificultades: si las dos sustancias (--> Sustancia) se definen por una oposición recíproca (una como pura espiritualidad sin extensión y la otra como pura extensión sin espiritualidad), ¿cómo es posible pensar que exista una relación entre ellas? De hecho, es evidente que el ser humano, a diferencia de cualquier otro ser vivo, reúne en su naturaleza tanto la res cogitans (la mente) como la res extensa (el cuerpo). Además de eso el pensamiento, a pesar de no poseer ninguna dimensión espacial y no estar, por tanto, en ningún lugar del cuerpo, es capaz de interferir continuamente en éste, sin esfuerzo aparente. El hombre y la mujer no sólo piensan, sino que (y es ahí donde radica la dificultad) su pensamiento se muestra capaz de modificar el estado de su res extensa.
La solución propuesta por Descartes fue el <interaccionismo> (un tipo de explicación retomada en el s. XX por Popper en la teoría de los tres mundos): se asume que existe un lugar físico en el interior del cuerpo humano donde se verifica el contacto y, por ende, se permite un intercambio de informaciones e influencias recíprocas. Descartes puso este lugar de intersección (en la actualidad hablaríamos de <interfaz>) entre <mente> y <cuerpo> <en una <glándula> muy pequeña denominada <pineal> (epífisis) situada en el centro del cerebro; para justificar su elección recurrió a una peculiaridad de esta glándula: es el único órgano presente en el cerebro de forma individual (el resto de estructuras cerebrales son dobles y simétricas en los dos hemisferios, el derecho y el izquierdo).
Indudablemente, la hipótesis es bastante débil; por lo demás, Descartes no quería proponer una verdad de tipo anatómico, sino que se limitó a proponer un modelo teórico lo más adecuado posible a la realidad (hasta tal punto que se dedicó a la disección anatómica de animales), aunque no necesariamente verdadero y con existencia efectiva. Con la aplicación de los principios del mecanicismo (-->) y del deduccionismo (-->) en el ámbito médico, Descartes sólo intentaba demostrar cómo podría configurarse la relación entre mente y cuerpo.
Descartes imaginó el cerebro humano como una cavidad delimitada en su parte exterior por la corteza cerebral y ocupada en su interior por una materia fluida (la <pulpa>). Según sus teorías, la glándula pineal se encontraría fija en el fondo de esta cavidad, implantada en la médula espinal. La cavidad cerebral es una <cámara de compensación> donde minúsculas oscilaciones de la glándula interpretan las informaciones sensibles y dan las <órdenes> a los distintos miembros y extremidades del cuerpo humano. La interacción mente-cuerpo se lleva a cabo a partir de un proceso que puede describirse, desde un punto de vista fisiológico, como una forma de intercambio entre la epífisis y la corteza cerebral. Los <espíritus vitales> (o pneumáticos: --> Pneuma) que se forman en el corazón a partir de la depuración de la sangre son los que funcionan como mensajeros-intermediarios. De este modo, los procesos del pensamiento pueden entenderse como la relación entre las funciones asumidas por la glándula y las terminaciones nerviosas presentes en la corteza cerebral.
Descartes imaginó el cerebro humano como una cavidad delimitada en su parte exterior por la corteza cerebral y ocupada en su interior por una materia fluida (la <pulpa>). Según sus teorías, la glándula pineal se encontraría fija en el fondo de esta cavidad, implantada en la médula espinal. La cavidad cerebral es una <cámara de compensación> donde minúsculas oscilaciones de la glándula interpretan las informaciones sensibles y dan las <órdenes> a los distintos miembros y extremidades del cuerpo humano. La interacción mente-cuerpo se lleva a cabo a partir de un proceso que puede describirse, desde un punto de vista fisiológico, como una forma de intercambio entre la epífisis y la corteza cerebral. Los <espíritus vitales> (o pneumáticos: --> Pneuma) que se forman en el corazón a partir de la depuración de la sangre son los que funcionan como mensajeros-intermediarios. De este modo, los procesos del pensamiento pueden entenderse como la relación entre las funciones asumidas por la glándula y las terminaciones nerviosas presentes en la corteza cerebral.
PROFUNDIZACIÓN
La glándula pineal en el interior de la cavidad cerebral (Tratado sobre el hombre, 1644). Las líneas indican los intercambios de pneuma entre la glándula y los nervios, que Descartes, aplicando también en este caso la metáfora hidráulica, consideraba pequeños tubos a través de los cuales pasan los espíritus vitales.
La glándula pineal tiene libertad para oscilar en cualquier posición. En su movimiento, (que, según Descartes, no está sometido a las leyes de la gravitación) se hallaría el secreto de la fisiología del pensamiento.
La glándula, al igual que las paredes de la cavidad, posee una superficie porosa formada por innumerables y minúsculos orificios a través de los que entran y salen los espíritus vitales.
La ilustración reproduce la tupida red de nervios que, según Descartes, conecta la glándula pineal con todos los órganos periféricos, permitiendo de esta forma un intercambio informativo continuo entre mente y cuerpo.
La glándula pineal tiene libertad para oscilar en cualquier posición. En su movimiento, (que, según Descartes, no está sometido a las leyes de la gravitación) se hallaría el secreto de la fisiología del pensamiento.
La glándula, al igual que las paredes de la cavidad, posee una superficie porosa formada por innumerables y minúsculos orificios a través de los que entran y salen los espíritus vitales.
La ilustración reproduce la tupida red de nervios que, según Descartes, conecta la glándula pineal con todos los órganos periféricos, permitiendo de esta forma un intercambio informativo continuo entre mente y cuerpo.
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO